El diagnóstico es casi un grito, una “denuncia” que obliga a los adultos a revisar conductas y prioridades: en la Argentina, la enfermedad psíquica en la primera infancia aumenta y se agrava. Según los expertos, se multiplican los casos de bebés y niños de hasta 6 años con dificultades en su desarrollo psíquico y emocional. ¿Las causas? Los especialistas enumeran dificultades en el vínculo temprano con la mamá y hablan de cierta desestructuración familiar, de “padres sin libido para criar” y de chicos creciendo en inédita soledad. También mencionan causas neurológicas, ambientales y factores desconocidos.”Quienes trabajamos con niños pequeños, ya sea en escuelas o consultorios pediátricos y psicológicos, observamos situaciones más desbordadas de sufrimiento psíquico infantil, y a edades cada vez más tempranas”, revela la psicoanalista Gisela Untoiglich, investigadora de la UBA. “Este agravamiento de la patología psíquica en la infancia obedece a varios factores: los padres están cada vez más exigidos -y más deprimidos, por no poder responder a todo- y tienen menos tiempo y disponibilidad para criar y para atender las demandas de sus hijos. Por otro lado, los niños van perdiendo sus referentes estables, son institucionalizados desde muy chicos y crecen con mucho desamparo”.Si bien en la Argentina no hay estadísticas sobre el tema, los expertos advierten un aumento considerable en la prevalencia de diferentes trastornos. Es el caso, por ejemplo, del Trastorno General del Desarrollo (TGD), que se inscribe en el amplio abanico de Trastornos del Espectro Autista. “Hay cada vez más niños con ese diagnóstico y nos preocupa. Que se haya agravado la patología psíquica infantil no implica que todo deba encuadrarse en el TGD. Es riesgoso porque el rótulo es pesado y termina fijando una enfermedad donde podría haber cierta movilidad”, dice Untoiglich.”Cada vez veo más chicos con estos problemas y pienso si antes no los veía porque no buscaba indicadores tempranos o si la frecuencia es mucho mayor. Creo que ambas afirmaciones son ciertas”, reflexiona el pediatra José Kremenchuzky, especialista en trastornos del desarrollo de la Sociedad Argentina de Pediatría. “Sin duda, los chicos están teniendo problemas graves en su estructuració n psíquica, pero es peligroso abordar todo como ‘trastorno’ e incluirlo en el espectro autista. Yo prefiero hablar de ‘problema’, porque esa mirada abre preguntas sobre lo que está obstaculizando el desarrollo y permite encender luces en las sombras. El ‘trastorno’, en cambio, fija e invita a bajar los brazos cuando hay mucho por hacer”, dice.Lo que ocurre es que con el auge del DSM IV (Manual de los Trastornos Mentales), todas las conductas se tipifican en cuadros a los que se identifica con distintas siglas, una tendencia que, para muchos expertos, esfuma la singularidad de cada caso y condena al niño a etiquetas que anticipan destinos difíciles de torcer. De ahí el debate en torno a los modos (e “ideologías”) con que se abordan estos problemas. Por ejemplo, la pediatra María Magdalena Contreras, del Servicio de Clínicas Interdisciplinarias del Garrahan, aclara que prefiere “no hablar de patología psíquica, porque da la impresión de que se trata de problemas psicológicos, que en general se entienden como emocionales. Nosotros hablamos de trastornos del desarrollo o del neurodesarrollo. Y sí, la impresión es que hay más casos. La tendencia es mundial y obedece a una compleja interacción de factores genéticos, ambientales y desconocidos” .Al bucear en las causas, Kremenchuzky rastrea en los nuevos hábitos familiares. “Los bebés están más solos y si fallan los padres no hay otros que tomen su lugar y les proporcionen elementos claves para su desarrollo. El niño de hoy es un cachorro descuidado, sin padres con libido para ser papás y sin médicos que le dediquen el tiempo necesario. El sostén materno y el apego son el punto de partida para el desarrollo normal”. Al neuropediatra León Benasayag, con 12.500 pacientes fichados en su consultorio, también le preocupa el tema. “Veo más violencia y maltrato y una desconexión tremenda entre padres e hijos. El acelere en que vivimos desvincula mucho y muchos papás no cubren ni el mínimo necesario. Nos llegan chicos con fuertes reacciones de angustia y tristeza”, dice.Para Untoiglich, la búsqueda de soluciones pasa por un replanteo que nos involucra a todos. “Hoy predominan las patologías ligadas al ser, la desesperanza y la imposibilidad de proyectar. Todas estas cuestiones inciden mucho en los vínculos tempranos”.
Los Enemigos del Desarrollo Infantil Saludable
Nota: en el artículo hablo de “bebé” y “niño”, pero me estoy refiriendo a niños y niñas. Criar un bebé es una tarea difícil, por varios motivos: para el bebé es difícil ser bebé, y para el adulto, es difícil acompañar a alguien que lo está pasando mal. El