El lindo mail de Cinthia fue un incentivo para comunicarme con Uds. Tarde, pero a tiempo.
Gracias Cinthia por tan lindas palabras. No dejan de traerme recuerdos de hace tan solo 60 días cuando parimos a Leah.
Estoy totalmente de acuerdo con Cinthia. Acceder a información como la brindada en MaterPater es fundamental para transitar el embarazo pero contar con una Doula aporta un invaluable valor agregado una vez desencadenado el preparto; y después.
Hay tantos asuntos para los que como rutina y aveces sin siquiera darnos cuenta, pedimos asesoramiento y/ó apoyo; desde alguna duda laboral, la planificación de un viaje, un entuerto amistoso ó amoroso, algún malestar físico y hasta para elegir un jean ó un restaurante el sábado a la noche… pero claro, parir, comparado con todos estos aspectos no merece tanta elucubración, si es una pavada ¿no? Simplemente con elegir un médico de la cartilla de la obra social, casi al azar, e inscribirse en el primer sanatorio que me figura en el catálogo que recibo a domicilio me asegura un parto exitoso o eventualmente, que da igual, una cesárea que de todos modos queda por debajo de la línea de la bikini asíque nadie la ve… En fin, para muchas personas que transitan en nuestras calles esto es así, me consta, pero para Uds. que ya pidieron auxilio a expertos ya atravesaron una línea que no tiene vuelta atrás. Solamente la jerarquización que le dieron a esta instancia única de la vida, los deja en un punto diferente al resto. A partir de ese momento, y lamento pero debo discriminar: somos nosotros y ellos. Y a medida que pasa el tiempo y las distintas fases del proceso de dar vida y seguir viviendo se van acumulando (a paso redoblado) mas diferencias con “ellos”. Ya verán.
Entonces, estamos transitando otro camino. Sépanlo.
Les advierto, aunque tal vez ya se dieron cuenta, que en este camino hay desde el comienzo una búsqueda importante de como brindarse al ser que gestamos: incondicionalmente, sin espectros claros de tiempo y espacio. Para lograr esto recorremos nuestros intrincados laberintos interiores. Ahondamos en torpezas del pasados, nuestras y ajenas. Cedemos a nuestros miedos y nuestras culpas. Nos apropiamos nuevamente de nuestros cuerpos y los ablandamos ya que en algún momento fueron capturados y transformados en robots. Toleramos ser criticados y tratamos que no nos identifiquen con marcianos.
Que quede claro que este es el camino más largo, no es fácil, pero tiene su beneficio posterior. En el paso encontramos más lágrimas pero también más profundas alegrías. Encontramos trabas y oposición pero esto nos da certezas imprevistas. En el camino nos cruzaremos con el espantapájaros, el hombre de lata y el león y es así que saldremos más reflexivos, más amorosos, más corajudos. Este es el camino de las hadas buenas y las Doulas y nosotros somos de los que parimos angelitos ya que desde que son panza los atendemos entre nubes de algodón.
Por eso es importante contar con apoyo.
Porque el camino nuestro al no ser el convencional, no tiene contención y para “ellos”, no tiene contenido. Manejás códigos poco frecuentes en nuestra sociedad actual. necesitas aunque sea un socio, que puede ser tu marido… pero además una socia, una aliada en los rebusques femeninos.
Además, para nosotras este es el primero, segundo ó tercer parto pero para las Doulas este puede ser el parto número 40 ó 100… además del/ los suyo/s propio/s que hace válidos todos lo demás.
Cuando comienzan las contracciones una esta dolorida. La espalda, la pelvis, el vientre… todo es una misma parte del cuerpo y todo pareciera doler. Tanto, que ni sabes donde. Pero el dolor no duele realmente. Es extraño, más bien te marea y te transporta. Tiene como un efecto somnífero. Ya no recordarás todas las recomendaciones que te hicieron solo hasta un par de horas antes. Se desencadena una catarata de incertidumbres. Unapadeceunaamnesiayentraenunaespeciedetrance. Sabemos que solo faltan unas horas hasta el cambio de nuestras vidas. Como si de repente, a pesar de que lo elaboraste durante esos nueve meses, te dieras cuenta por primera vez que estás cerca de una metamorfosis, porque una vez que das vida, nada vuelve a ser igual. Estás a pocas horas de transformarte en mamífero, a punto de tener un cachorrito que transformará tu andar hasta el resto de tu vida. Entonces, como tan animal (!) no sos alguien te tiene que sostener. Sostener no solo el sacro que pareciera que se desvanece, sino también la cabeza, porque ésta esta cerca de caer. De verdad.
Si hubiera creído esto a tiempo, que más de una mujer me lo trató de transmitir, no hubiera tomado decisiones tan de último momento que dejaran varias puntadas sin hilo. Para cuando decidí que quería contar con una Doula, había cosas que no estaban bien encaminadas y parecía tarde para reevaluar. Una vez iniciado el trabajo de parto en casa, todo fue aconteciendo en una secuencia vertiginosa en donde los hechos se anteponían a las decisiones. La noche transcurría antes del atardecer y la madrugada antes que la noche. Algo así. Todo fue pasando tan de repente que para cuando llegué al momento de salir de mi casa para el sanatorio me di cuenta que no me quería ir, que me hubiera gustado parir ahí, tenía Doula, pero no tenía partera. No había tiempo para reorganizar prudentemente. Para cuando llegué al sanatorio me dí cuenta que mi Doula no estaba autorizada para presenciar el parto. Repentinamente perdí a mi Doula en un pasillo; quedábamos Guido y yo con las cabezas dadas vuelta y a solas. Para cuando me hicieron la episiotomía me di cuenta que no había insistido lo suficiente en que no me la hicieran… y cuando me la entregaron a Leah entoallada, segundos después del parto…no había nadie que me entendiera porqué la quería desarropar.
Pero bueno, todo es lección. No temer a lo bueno es la enseñanza.
Hoy a casi 60 días de haber parido estoy con mi pequeñina colgada de una teta. Desde que salí de la sala de post-parto que la tengo colgada. Cuando reviso las estadísticas y verifico que son cada vez menos las madres que se dignan a amamantar entiendo que aquí intervinieron algunas abras cadabras de la Doula. Estoy segura.
En ese torbellino de acontecimientos aquel 20 de mayo en el que yo parí, no olvido una imagen recurrente. Guido la traía a Leah a la sala donde me habían trasladado luego de que me cosieran la episiotomía como un matambre. Apenas lo vi a Guido con el paquetito envuelto en blanco me emocioné pero entré un instante en pánico: “y ahora?!”. Melina arrebató a Leah de las manos de Guido y sin que yo tuviera tiempo de preocuparme por recordar el manual de instrucciones, me enchufó a Leah en la teta. Acto seguido la imagen es de la chiquita succionando. Ojos cerrados y boquita envolviendo mi pezón, ella mamaba y yo por primera vez amamantaba. Brillantes ambas.
Sin Doula, me consta, ni esto hubiera sido tan facil ni tampoco el resto del proceso de lactancia. Cuando baja la leche… que no baja. Y cuando después por fin que baja y tan rápido y en tanta cantidad que tus tetas se convierten en barriles a punto de estallar y que si no las liberas te puede agarrar mastitis que el solo nombre te asusta mas que el sarna y para la que no hay ni morfinas ni inyecciones posibles solo una buena ordeñada pero nunca nadie te advirtió que te convertirías en vaca de ordeñe entonces tus manos no responden porque nunca nadie te enseñó que hacer…y ahí, aparece tu Doula, que te tranquiliza y te da la instrucción que te había dado mil veces antes pero que hasta que no estás viviendo la situación tal vez ni prestaste atención, ó sí, pero parecía tan ajena que no la registraste. Y ahí me encontraba en el baño, con una palangana sobre mi falda, bamboleando una teta que no conocía (pero estaba agarrada a mi cuerpo asíque sin duda era mía).
Y ahora cuando doy la teta parece como si toda la vida hubiera dado leche a un bebé. Hasta no entiendo (y peor; no tolero) cuando una mama me cuenta que no puede amamantar. Me suena a imposible no poder amamantar. Creo que estas mujeres se deben sincerar. No quieren amamantar porque hay otras prioridades. (A veces sin embargo hay impedimentos reales de amamantamiento, aunque son en un porcentaje bajísimo).
Y así pasan los días y las noches. Entre leche y pañales y llantos y leche. Entre sueños y pesadillas. Con un hijo a bordo de tu vida, que no se piensa bajar. Un hijo que no querés que se baje jamás.
Con Leah, mi hija, colechamos. Solo los primeros 5 días durmió en su cuna. Una cuna sin barrotes totalmente pegada a nuestra cama, con una misma sábana vinculando los colchones. La 5ta noche pasó lo increíble. Ella, tan chiquitita se había dormido a las 2:00am en su cunita. Yo me quedaba dormida a unos 60cm de ella, mientras la admiraba desde mi cama. Tres horas más tarde, me despierto para descubrir que Leah había reptado (*) a mi encuentro y se encontraba placidamente acurrucada contra mi cara. Era tan evidente su pedido. Me necesitaba. Necesitaba estar así de cerca de su mamá. Todavía no habla pero su cuerpito lo expresa todo. Yo la entendí, y desde la noche siguiente duerme con nosotros. Aveces en un rinconcito del colchón, aveces arriba mío. Es lo más tierno que te puede pasar. Dormir con tu bebé. A pesar de las contraindicaciones de los parientes cercanos y lejanos también, intuyo que sin duda es bueno para él pero te aseguro: alucinante para vos… a pesar de los dolores de espalda por dormir con el cuerpo todo torcido.
(*) Sí, yo también pensé que en mis sueños livianos y algún quejido de ella yo la había trasladado contra mí. Pero la noche siguiente se repitió la escena, pero esta vez yo aún no dormía y pude ver como la pequeña con todo el esfuerzo de sus coditos y sus piernitas reptaba hasta acomodarse a mi lado. Fue una sorpresa para mí también.
Aparte de dar leche y dormir no hay mucho más en tu vida. Sí, los pañales. Esta tarea es una de las tareas nuevas que te acontecen y no es la más deseada. También las noches de insomnio y las ojeras. Las canciones de cuna que te aprendes de memoria y te persiguen durante todo el día. Las duchas de dos minutos y tres segundos. Las cenas recortadas. Los vecinos molestos… no mucho más, y sin embargo; todo.
Entendés que dar vida es el significado de la vida misma. Todo aquello que algún día no tenía mucho sentido empieza a ordenarse desde que nace una nueva vida desde tu propia vida. Y te das cuenta que sos parte de una inmensa cadena de madres que antes que vos, parieron a madres que antes que vos parieron. Y ves hacia atrás pero también para adelante, sobretodo porque Leah es niña y pienso que algún día, tal vez, si Di-s quiere también va a parir. Entonces, de repente, vos tan insignificante en esta inmensidad, te transformás en el eslabón perdido.
…
(Diana Ellmann)
Este es el mail de Cintia
Hola compañeros de Materpater!
Les escribimos con Andy para saludarlos, agradecerles sus mails, contarles un poco nuestra experiencia y mandarles dos fotos. La que está Inés sola la sacamos ayer, es decir, ya de tres semanas. La otra la sacamos a la semana y media de Ines.
Estamos los tres muy bien y adaptándonos mutuamente, conociéndonos cada día mas y contentos de tenerla ya en nuestros brazos.
Sé que cada uno va a hacer su propia experiencia pero, algo que sí me siento en la obligación de decirles, es que todas las mujeres que parimos deberíamos tener una doula al lado. Fue fundamental tener una doula, que en nuestro caso fue Mel, tanto en los días previos al parto, durante el trabajo de parto (FUNDAMENTAL!), el parto y el postparto. Gracias a ella no me hicieron episiotomía y forceps! Estaban a punto… Se fueron todos de la sala de partos, quedamos con Andy y Mel.. Me dijo Mel que siga pujando y de golpe coronó y Andy tuvo que llamar a las corridas a la partera y al obstetra que estaban llenando unos papeles para la episiotomía y forceps! Ni ellos podían creer lo que había pasado. Nació con dos vueltas de cordón! Pero de lo mas bien! Y todo eso gracias a mi doula!
El trabajo de parto fue intenso y revelador..el haber sido acompañada por una doula en estas largas horas fueron de gran sostén tanto físico como emocional. Tengo que aclarar que no suplanta el rol del marido y eso Andy se los puede reconfirmar. La presencia de una mujer que ya parió, como una lo está haciendo en ese momento, que la entienda y contenga como mujer que pasó por lo mismo y sabe lo que se siente, fue realmente importante.
Espero que tomen mi recomendación que es de corazón ya que todos ustedes son personas que están preparadas y merecen no perderse la oportunidad de vivir está experiencia acompañados de alguien que los va a hacer sentirse mas acompañados, contenidos y para la mujer en especial, entendidas! Les mando un beso gigante a todas esas panzas lindas, a las futuras mamis y papis, a los que ya fueron mama y papa, y otro gigante a vos Mel, que si no fuese por vos, la historia hubiese sido otra.
Cintia y Andy