Conocí a la Eutonía a los 18 años, en 1983 cuando estudiaba piano. La aplicaba al despliegue técnico que se requería de una instrumentista, para obtener los mejores resultados de sonido, expresivos, y no padecer las consecuencias negativas, propias, a veces de quienes tocan un instrumento musical. Desde ese primer encuentro con la técnica, me maravillaba los recursos expresivos que me daba, resultado del contacto que lograba con el instrumento, y la regulación de mi tono muscular.
El contacto temprano con la Eutonía me posibilitó conocer a Gerda Alexander personalmente, en un seminario que dio en Buenos Aires en 1989. En aquel seminario mostró tal ejemplo de movilidad corporal, que me impactó muy profundamente. Sobre todo, porque en mi inocencia creía que la Eutonía era una técnica orientada exclusivamente hacia los instrumentistas. Allí entendí que la Eutonía era algo que servía para el vivir.
A los 23 Años, observé que me interesaban mucho las materias humanísticas del Conservatorio (psicología, pedagogía), casi más que las artísticas. Entonces decidí cursar la carrera de Musicoterapia, para darle a mi música un enfoque diferente, hacia el que me estaba descubriendo con más capacidad de fluir. Paralelamente, desde la niñez y adolescencia practiqué danza clásica, yoga, gimnasia psicofísica, expresión corporal y muchas otras técnicas corporales como artes, y a medida que las practicaba, mis profesores me fueron formando en las técnicas y pedagogía de las mismas. A los 18 años, ya daba clases en los lugares donde había ido a aprender y reemplazaba a mis profesores cuando me lo pedían. Luego comencé a dar mis propias clases, haciendo una síntesis personal de las distintas experiencias. Sin darme cuenta, comencé a trabajar de lo que aprendía (esto sigue a lo largo de toda mi vida, siempre estoy aprendiendo y aprehendiendo e incorporando algo nuevo).
Errores comunes de la crianza. Parte 1
Cuando los niños la pasan mal.
Si hay un niño que no acepta las reglas es porque arrastra algún tipo de carencia.
Escribo este artículo con la intención de generar conciencia alrededor de esta catástrofe de la salud física y emocional de la que todos somos víctimas en el inmediato, pero también en el mediano y en el largo plazo. Quisiera que esto fuera visible para mis amigos. Mis vecinos. Mi familia. Mis alumnos. Mis conocidos. Mis desconocidos. Todos deberíamos saberlo, o por lo menos sospecharlo.
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